Desde los movimientos feministas y en el avance de la lucha por los derechos humanos, en 1979 se declaró la lucha contra toda forma de discriminación contra las mujeres y, de manera específica, de la violencia que atenta contra ellas por el hecho de ser mujeres.
Pese a estas declaraciones y a esfuerzos en nuestro país como la redacción de leyes contra la violencia, de pactos de estado y pactos de comunidades autónomas contra estas expresiones de poder, las mujeres siguen viviendo en un continuum de violencia que recorre todas sus vidas y se muestra en las vidas de cada una de ellas.
ESTE AÑO EXCEPCIONAL POR LA COVID-19 HA SIDO NEFASTO PARA LAS MUJERES. A fecha 13 de noviembre, según la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género (Ministerio de Igualdad) en 2020 el número de feminicidios ha sido de 41. El número de huérfanos/as es de 23.
Sabemos que las épocas de crisis son devastadoras para los avances en la lucha por los derechos de las mujeres. Algunos de estos problemas han sido:
- Durante el inicio del confinamiento en la Comunidad Valenciana las embarazadas no pudieron estar acompañadas durante el parto. La respuesta rápida de las matronas de nuestra comunidad autónoma, revirtió esta situación tras denunciarlo y presionar a la Generalitat.
- Aumento de mujeres en las colas de demanda de alimentos a consecuencia de la violencia económica, las restricciones en los contratos precarios y la precariedad laboral.
- La mayor exposición de las mujeres frente al virus, a consecuencia de ser éstas quienes desarrollan gran parte de los servicios esenciales, frente a la posibilidad de teletrabajar de otros/as.
- Las consecuencias de asumir un aumento considerable de trabajo en las casas junto a las tareas de cuidado tales como: la compra a los mayores, las tareas y deberes escolares de las criaturas, etc.
- El aumento de las agresiones hacia el personal sanitario femenino por parte de hombres que expresan así las frustraciones del sistema.
- Y todo ello acompañado de falta de reconocimiento y visibilización en el lenguaje en los medios de comunicación. Ya que, a pesar de todo el protagonismo de las mujeres, mencionado hasta ahora, en los servicios esenciales de sostenimiento de la vida y del sistema (tanto los visibles, como los invisibles), el lenguaje de los medios oculta la presencia de las mujeres en los campos donde hay mayor riesgo de exposición y contagio del virus, por lo tanto mayor amenaza para las vidas de las mujeres.
- Sin duda alguna, la situación más terrible de todas ha sido el encierro con llave de muchas mujeres con sus maltratadores ya conocidos, como consecuencia de que los hogares se convirtieran en el único reducto de protección para toda la población. En otros casos, sus parejas se convirtieron en maltratadores. Asimismo, la posibilidad de que los hombres pudieran controlar todos los movimientos de las mujeres hizo que muchas de ellas se vieran sin red de apoyo y soporte, lo que se ha visto reflejado en el aumento del número de llamadas tal y como recogió la dirección general en sus datos.
Por todo ello, y a pesar de las propuestas y opciones desde los organismos para enfrentar la violencia en el interior de los hogares durante la pandemia, las llamadas al 016 contra la violencia machista se incrementan en abril un 60% con respecto al año anterior. Según los datos facilitados por el Ministerio de Igualdad, las consultas online por este tipo de violencias aumentaron en un 58% este abril en relación a los datos de abril de 2019.
Otro campo de lucha en este continuum en el que muchas compañeras vienen denunciando se trata de la violencia durante el proceso de embarazo y el parto. Desde la apropiación de este proceso, hasta las malas condiciones en el paritorio, son ya causas de denuncia en este estado. felizmente, esta lucha comienza a dar frutos. El Estado español ha sido condenado por una causa de violencia obstétrica: el pasado 9 de marzo, los expertos del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) de la organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptaron la decisión de que España deberá indemnizar a una mujer que en 2011 interpuso una queja por el trato recibido durante su alumbramiento. Su denuncia que había sido desestimada en nuestro país ha llegado a este organismo y ya hay una sentencia firme que muestra que se reconoce este tipo de violencia. Se trata de un importante avance frente a la apropiación por parte del sistema de los cuerpos de las mujeres y la imposición de los estereotipos de género sobre el papel del cuerpo de la mujer y sus funciones tradicionales respecto a la sexualidad y la reproducción.
Ahora hay que seguir adelante, y reivindicar, no solo que el parto es nuestro, sino que también lo es el embarazo.
Por todo lo expuesto resulta urgente aumentar efectivos en Salud Pública, Atención Primaria y Comunitaria destinados exclusivamente a remodelar, junto a Bienestar Social y los movimientos sociales feministas, un plan efectivo de prevención de la violencia de género, así como de respuesta y atención en los casos que se están manifestando contextualizado en la situación de pandemia que estamos viviendo, con las consecuencias de salud, económicas y sociales que supone.
El género es un determinante de salud que, como estamos viendo, puede llevar a desigualdades en salud, por la tanto es responsabilidad de los profesionales de la salud, de bienestar social y de toda la comunidad, implicarnos y poner las medidas necesarias para revertir esa situación.